Disciplina más allá del tiempo de reflexión

Si bien el tiempo de reflexión es una de las técnicas más eficaces que puedes utilizar, no debe ser el único recurso del que dispongas. A medida que los niños crecen, puede tornarse menos eficaces. Afortunadamente, hay otras técnicas de disciplina que pueden funcionar muy bien con niños mayores. Aquí mencionamos algunos ejemplos:

Descubre a tu hijo portándose bien Sinceramente, es probable que sea la cosa más simple y poderosa que puedes aplicar para mejorar el comportamiento de tu hijo. Sin embargo, muchos padres dedican la mayor parte de su tiempo y energía a rescatar los comportamientos negativos de sus hijos y no los positivos.

A los niños les encanta recibir atención adicional. Un cumplido verbal, un abrazo rápido o una palmadita en el hombro pueden hacer maravillas en solo un segundo o dos. Elogia a tu hijo cuando use el tenedor en la mesa del comedor y no te enojes si ensucia su remera con salsa de tomate. Muestra entusiasmo sin pasarte de la raya. (Incluso los niños más pequeños pueden darse cuenta si estás siendo sincero o no.) Este tipo de refuerzo positivo es especialmente útil cuando un niño se siente tensionado porque lo alivia.

Los gestos no verbales son tan útiles como los verbales. Si tu hija está jugando sola y tranquila, acércate y tócale el cabello una o dos veces (si le gusta). Al principio es probable que se detenga cuando lo hagas. Pero después de unos días, seguirá jugando tranquila y se regodeará con la atención adicional recibida.

Si recompensas a un niño por comportarse de manera adecuada ("me encanta que digas 'por favor y gracias'), es probable que lo repita. De hecho, si ignoras el comportamiento correcto de tu hijo, es probable que la próxima vez actúe de manera inadecuada porque sabe que así tendrá tu atención. Por lo tanto, intenta concentrarte en las cosas buenas, no en las malas.

Refuerza lo positivo Recuerda que el refuerzo positivo (agregar cosas buenas) es más poderoso que el refuerzo negativo (quitar cosas buenas) o los castigos (agregar cosas malas). De manera paradójica, las pequeñas recompensas, como un poco de atención adicional o una comida especial, pueden ser más poderosas que las grandes recompensas, como por ejemplo la promesa de comprar una bicicleta. A menudo los niños dejarán de intentarlo si creen que no pueden ganar la gran recompensa que se les ha ofrecido.

Presta especial atención a las palabras que utilices cuando elogies a tu niño en edad preescolar. Algunos investigadores han descubierto que los padres de varones suelen hablar sobre los logros específicos de su hijo cuando los elogian ("¡Qué torre espectacular has construido con esos bloques!"). Los padres de nenas, sin embargo, suelen elogiarlas de manera general ("¡Qué niña más inteligente!"). Los elogios específicos le permiten a un niño evaluar sus propios logros ("Es una torre espectacular. Estoy orgulloso."). Por el contrario, los elogios generales hacen que los chicos dependan de otros para evaluar su comportamiento ("¿Sigo siendo inteligente?"). Por lo tanto, intenta elogiar a tu hijo de manera específica y concéntrate en sus comportamientos.

Utiliza consecuencias naturales cuando sea seguro y apropiado En términos ideales, debe existir una conexión lógica entre un acto y la recompensa y el castigo subsiguientes. Por ejemplo, es probable que si un preescolar molesta a un gato, este lo arañe. Y ello le va a servir para recordar que no debe volver a hacerlo. El castigo es pequeño, inmediato y está asociado con el gato, lo que hace que la lección sea más fácil de recordar.

De manera similar, si un niño de cinco años no puede encontrar un juguete que debería estar en su cesto de juguetes, no corras a comprarle otro. Si lo haces, lo que le estás enseñando es que ser descuidado no tiene ninguna consecuencia. Déjalo que esté sin su juguete un tiempo. (Igualmente, es esperable que niños de edad preescolar y los niños que acaban de empezar la escuela pierdan cosas y sean olvidadizos. Es una cuestión de desarrollo del cerebro. Sin embargo, la lección es importante).

No esperes la perfección No es realista esperar que un niño se comporte a la perfección. De hecho, si lo haces, harás que se sienta tan tensionado que se comportará mal simplemente para liberar la tensión.

Fija metas realistas que tú y tu hijo puedan alcanzar. Por ejemplo, no esperes que tu hijo de edad preescolar comparta todos sus juguetes cuando lo visite un amigo. Acuerda con él guardar sus juguetes más preciados antes de que llegue su amigo. Esto le permitirá sentirse más cómodo al compartir sus juguetes.

Presenta alternativas Muéstrale a tu hijo comportamientos alternativos que deseas que modifique. Por ejemplo, si grita y quieres que deje de hacerlo, demuéstrale cómo puede hablar más despacio y aun así tener tu atención. Una de las razones por las que las palmadas no son eficaces como castigo a largo plazo es porque no le enseñan al niño qué deberían hacer.

Fija metas específicas y limitadas Decide qué es realmente importante para ti. La seguridad, por supuesto, debería ser tu mayor preocupación. ¿Pero cuán importante es la amabilidad a esta edad? ¿Y qué hay de la limpieza? ¿Y ser amigable? ¿Y prestar atención? No intentes ocuparte de muchas cosas a la vez porque estarás reprendiendo a tu hijo constantemente y eso no será bueno para ninguno de los dos. Recuerda que tienes mucho tiempo para ayudar a tu hijo a dominar las habilidades sociales nuevas.

Supongamos que quieres que tu hijo de cuatro años se vaya a su cama sin hacer berrinches. Si defines tus metas de manera tan general y absoluta, será difícil medir y lograr la obediencia. En lugar de ello, fija metas más específicas y realistas. Por ejemplo, deberías estar satisfecha con que cinco días a la semana esté dentro de su cama bien tapado en menos de 15 minutos después de haberle dicho que es hora de dormir. No esperes la perfección ni de tu parte ni de la de tu hijo.

Cuando reprendas a tu hijo, usa palabras simples que pueda comprender. El sarcasmo y las burlas no funcionan con los niños porque no los entienden. En lugar de ello, concéntrate en una cosa por vez ("Por favor no hables con la boca llena. Traga y después habla.").

Recuerda que Disciplina no es lo mismo que Castigo Algunas veces es difícil no equiparar ambos términos. Sin embargo recuerda que son diferentes. La disciplina se relaciona con el aprendizaje. Pregúntate si tus propios comportamientos le están enseñando a tu hijo el tipo de cosas que deseas que aprenda. Predicar con el ejemplo es una de las técnicas de disciplina más eficaces.